Año 3. Número 5. Julio - Diciembre 2015

Artículo

 

 

El papel del docente en la formación del auto-concepto del niño

Evangelina Soto Esqueda

Resumen

El siguientetrabajo trata de mostrar como el autoconcepto, las emociones, la autoimagen y la autoestima inciden en el rendimiento escolar del niño y viceversa; como la escuela influye en la formación de estos componentes en el niño de educación primaria. Se describen algunos conceptos, y se muestra que factores juegan un papel importante en la formación del autoconcepto, autoimagen y autoestima, el ambiente escolar y familiar. El docente como figura de valor para el desarrollo positivo de la concepción que el niño tiene de sí mismo, y por lo tanto la importancia que tiene la formación y preparación del docente en el área emocional para el desarrollo de un buen autoconcepto propio y por consecuencia del niño.

PALABRAS CLAVE

Autoconcepto, autoimagen, autoestima, formación docente, educación emocional.

ABSTRACT

This work hereby, shows how the self-concept, emotions, self-image and self-esteem have all an effect on the kid's school performance and vice-versa; how school learnings have a strong influence on the building of these concepts within the elementary school kid. Some concepts are described and it is shown what factors have an important role in the formation of the self-concept, self-image-self-esteem and the school and family environments. Teachers, as a valuable figure for the positive development of the concept that the kid has of himself/herself and therefore, the importance of the teachers' training on emotional areas for the appropriate development of their self-concept and the kid's

KEY WORDS

Self-concept, self-esteem, self-image, teacher´s training, emotional education.

INTRODUCCION

Hablar de educación en México, implica en la mayoría de las veces, discutir los planes de estudios, las reformas, los métodos de enseñanza, evaluaciones, el aprendizaje de idiomas, el desarrollo de habilidades matemáticas, lecto-escritura, entre otros. Se habla también de sus implicaciones sociales, cognitivas y físicas, de los resultados en las evaluaciones y de cómo estamos ranqueados a nivel mundial. Pero muchas veces se olvida o se deja de lado la parte emocional de la educación, la manera en que esta influye en la formación integral del niño.

Con frecuencia los padres buscan instituciones educativas que garanticen que el niño sea un estudiante de calidad en el área cognoscitiva, dándole poca importancia a su formación emocional. De igual manera el éxito o fracaso del alumno en la escuela, es atribuido en su totalidad a varios factores pertenecientes a este proceso, dejando fuera los componentes afectivos, la inteligencia emocional, el autoconcepto, la autoestima y la influencia que tienen estos en su proceso de aprendizaje y rendimiento escolar. Sin embargo el no considerar estos componentes en la formación integral del niño, puede obedecer también al desconocimiento sobre el tema y a la herencia de un sistema educativo tradicional.

 

EL DESARROLLO EMOCIONAL DEL NIÑO

En los últimos años se le ha dado mayor importancia a esta área y se ha  empezado a integrar en  la educación de los niños de primaria, puesto que se ha observado que el autoconcepto, la autoimagen, la autoestima y las emociones juegan un papel importante en el aprendizaje, desempeño y formación integral del niño, estos son componentes que forman parte de la vida cotidiana del individuo, es la manera en que este se percibe y se acepta o no.

Woolfolk, A. (1996), define el autoconcepto como nuestro intento para explicarnos a nosotros mismos y el esquema que organiza nuestras impresiones, sentimientos y actitudes con respecto a nosotros mismos. Es decir;Autoconcepto, se refiere a la composición de ideas, sentimientos y actitudes que las personas tienen de ellas mismas”. (Hilgard, Atkinson y Atkinson 1979, citados por Woolfolk, A. 1996).

Rogers, C. (1967), define la autoestima como un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refiere al sujeto, es lo que el sujeto reconoce como descriptivo de sí y que le percibe como datos de identidad. Por su parte; Woolfolk A. (1996), define a la autoestima como el valor que cada uno de nosotros da a nuestras propias características, aptitudes y conceptos; la evaluación de nuestro propio autoconcepto.

Los sentimientos y actitudes forman parte del individuo desde su nacimiento, considerando estas definiciones,  podría decirse entonces, que efectivamente este concepto acompaña al individuo desde una muy temprana edad a través de la necesidad casi innata de construir el propio yo, de descubrirse y determinar quién es. La autoestima como resultado de la consideración positiva que tiene cada individuo de sí mismo.
Erikson dividió el desarrollo psicosocial del individuo en ocho etapas, a esta división se le conoce como la las ocho etapas de la teoría de Erikson o como las “ocho edades del hombre”. Las cuales se muestran en la siguiente tabla. (Ver PDF)

 

 

El niño de primaria, del que nos ocupamos en este trabajo se encuentra en la etapa 4, que abarca de los 6 a los 12 años. En esta etapa desarrolla numerosas habilidades y capacidades; aprende a manejar un amplio conjunto de nuevos conocimientos, busca modelos a seguir, siendo muy importante en esta etapa la convivencia con sus pares. Todo esto enriquece el sentido del yo, por lo tanto una autoevaluación negativa en este contexto y tiempo, resultaría especialmente dañina, pues corre el riesgo de experimentar una sensación de inferioridad, fracaso e incompetencia.

 

LA ESCUELA COMO ESCENARIO DE SU DESARROLLO

“La piedra angular de una personalidad vital se forma en la infancia a medida que el niño interactúa con los padres u otras personas encargadas de su cuidado”. (Erikson, E., 1963, citado por Rice, F., 1997).

De acuerdo con Rambert M. (1945), El niño es sensible a todo cuanto ocurre a su alrededor, nada escapa de su observación y nada se pierde sin dejar huella en su mente. Es un reflejo de sus vivencias en familia, del medio en que vive. Su carácter se forma por reacción contra su medio. Es en esta edad donde la formación del autoconcepto adquiere una importancia trascendental para el niño, pues es donde más se puede enriquecer o por el contrario dañar su imagen el concepto de sí mismo y en consecuencia su autoestima.

El hogar y la escuela son los dos ambientes más importantes en la vida de un niño y sus mayores influencias son los padres y miembros de la familia en la formación del autoconcepto en sus primeros años. Posteriormente, estas influencias las constituyen sus profesores y compañeros pues es en la escuela donde pasa la mayor parte de su vida y donde las experiencias más enriquecedoras tienen lugar, convirtiéndose en el escenario de su desarrollo. Good y Weinstein, (1986), observan que la escuela es un lugar donde los niños desarrollan o no logran desarrollar una variedad de habilidades que llegan a definir el yo y la capacidad, donde se nutre la amistad con compañeros y donde se hace el papel de miembro de la comunidad, todo durante un periodo de desarrollo muy formativo. Por tanto, la creación de la autoestima, competencia interpersonal, solución de problemas sociales y el liderazgo cobran importancia por su propio derecho y como un fundamento critico de éxito en el aprendizaje académico.

De igual manera a esta edad, la interacción con compañeros cobra una gran importancia, pues dirigen sus energías emocionales a relacionarse con sus compañeros. La convivencia, la formación de grupos, la sana competencia y alianzas con sus pares, desarrollan en el niño un sentido de solidaridad, amistad, camaradería y trabajo en equipo. Todo ello importante en la formación de su autoconcepto. De acuerdo con Erikson, E. (1965) citado por Woolfolk, A. (1996), los niños sostienen relaciones más constantes y significativas con sus pares y adultos ajenos a la familia. Son más capaces de canalizar sus energías al aprendizaje, la solución de problemas y logros. Cuando alcanzan el éxito, añaden sentimiento de laboriosidad a su autoimagen, se dan cuenta que el trabajo duro produce los resultados deseados y siguen tratando de dominar su ambiente.

Como se ha mencionado, el niño pasa la mayor parte del tiempo en la escuela, es el escenario principal de su desarrollo, ahí es donde se enriquece a través de sus vivencias, pero resulta pertinente señalar que la vida escolar del niño puede resultar una agradable experiencia o por el contrario muy desagradable, inclusive aterradora, es por esto entre otras cosas que resulta necesario dotar al niño de herramientas para afrontarla, resolverla y crearse así un lugar propio.

El punto de partida del autoconcepto, es la formación de imágenes del propio niño, influenciadas por personas de importancia o significativas para él, como lo son los padres, miembros de la familia, los compañeros y el maestro. Es aquí donde el llamado acto áulico, cobra importancia dentro de la institución y resulta trascendental.  El aula, constituye uno de los factores más importantes y de mayor repercusión en la vida del niño, es ahí donde tiene lugar la interacción entre el alumno y el maestro, la retroalimentación que recibe el alumno derivada de su desempeño escolar y la percepción del maestro, influye de manera positiva o negativa en la imagen que forma el niño de sí mismo, en su autoconcepto y consecuentemente en su autoestima. Craig, G. (1996), establece que el desarrollo de la autoestima es un proceso circular. Los niños suelen rendir mejor si confían en sus habilidades, y sus éxitos los conducen a mejorar su autoestima. Del otro lado de la moneda se encuentran quienes se desempeñan mal por su baja autoestima que, por consecuencia, sigue cayendo.

 

EL DOCENTE, LA PIEZA CLAVE, EL NUDO CONECTOR.

La función principal del docente es la de educar y ser el proveedor del conocimiento, pero no se puede dejar de reconocer la influencia y presencia que tiene en la vida del niño. La motivación del niño no es solo trabajo de los padres, aunque ellos son los educadores natos, no es solo con ellos que el niño aprende a amarse a sí mismo, en la actualidad, cada vez más, el docente juega un papel importante y a veces determinante en esta motivación, convirtiendo su función en algo más que ser el nudo conector entre conocimiento y alumno, es también, un educador emocional al brindar consciente o no elementos emocionales y afectivos.

De acuerdo a lo que menciona Erikson al describir la etapa del niño de entre 6 y 12 años, el evento más importante para el infante es la escuela y el modelo a seguir el maestro. Al ser un referente,  influye en las percepciones, actitudes y sentimientos del niño, se convierte queriendo o no, en un ser significativo para él, lo que le brinda la oportunidad de estimular y reconocer sus capacidades, pero también sus deficiencias, limitaciones y ayudar a enfrentarlas y resolverlas. A este respecto Berrocal-Fernández, P. y Extremera, N. (2003), consideran que los profesores son un modelo adulto a seguir por sus alumnos, en tanto son la figura que posee el conocimiento, pero también la forma ideal de ver, razonar y reaccionar ante la vida. El profesor, sobre todo en los ciclos de enseñanza primaria, llegará a asumir para el alumno el rol de padre/madre y será un modelo de inteligencia emocional insustituible.

 

SITUACION ACTUAL DEL DOCENTE EN EL PAIS

Siendo el docente pieza clave en el desarrollo emocional del niño, se desearía que este tuviera un desempeño eficiente en su labor. Sin embargo el desempeño se ve influenciado, con la situación emocional del mismo docente, la cual se ve afectada por diversos factores como; las condiciones laborales, sociales, económicas y personales. Condiciones y factores que a su vez inciden en la formación del propio autoconcepto del docente.

Hablar de la situación del docente es complicado y refiriéndonos a México resulta mucho más, la docencia en nuestro país es una profesión que podríamos considerarla de tradición. En el pasado, el maestro era una figura importante, inspiraba respeto y era un referente moral. Sin embargo, en los últimos años, derivado de los conflictos políticos entre los grupos de poder del sistema educativo la imagen del maestro ha resultado mermada y por el contrario, es blanco constante de críticas, olvidando reconocer la importancia que tiene este dentro de la sociedad, pues sobre ellos recae una de las responsabilidades más grandes; la de formar a los individuos del futuro.

El docente que se enfrenta a su trabajo diario, el que está en el aula, y que está lejos de los conflictos políticos, se enfrenta diariamente a condiciones que resultan verdaderos retos para ejercer su profesión; carencia de infraestructura, equipo de trabajo, situaciones de marginación, violencia, sumado a los bajos salarios que percibe en comparación a otras profesiones, lo que hacen necesario que con frecuencia, el docente deba cumplir con jornadas laborales dobles. Esto dificulta la correcta preparación de clases, la capacitación y actualización de los mismos. Y bajo estas condiciones es difícil pensar en una educación emocional del docente.

Sin embargo en los últimos tiempos el docente también se ha enfrentado a múltiples exigencias del mismo sistema y de los padres de familia, quienes con mayor frecuencia demandan una mejor capacitación en métodos y técnicas de enseñanza, mayor preparación psicológica entre otras. “El estilo de aprendizaje del profesor o profesora repercute en su manera de enseñar, ya que frecuentemente tienden a enseñar como a ellos les gustaría aprender”. (Gallego y Nevot, 2008).

Considerando al docente como persona, la capacitación en educación emocional, y en el mejor manejo de sus sentimientos y emociones, se traduce en varios beneficios. Primeramente, el docente contaría con mejores herramientas para ejercer su labor y práctica cotidiana, lo que se refleja en un mejor desempeño. Aumenta su capacidad para brindarles a sus alumnos las herramientas necesarias para formar un autoconcepto sólido. Según Hargreaves, A. (2001), el modo en que los maestros se comportan y expresan sus emociones es muy importante. Los sentimientos, en este sentido, son esenciales y no anecdóticos para el aprendizaje, los objetivos y las innovaciones.

Por otra parte, esta formación emocional, ayuda también a reforzar una imagen positiva de sí mismo y por consecuencia la formación y confirmación del propio autoconcepto ya que, no se puede enseñar lo que no se tiene. Y por último le proporcionará los elementos necesarios para hacer frente a situaciones de estrés y malestar propias de la profesión docente.  No se debe dejar de lado como puntualiza Hargreaves, A. (2001), todos los profesores, buenos o malos, centrados en el alumno o centrados en la asignatura, la enseñanza, al igual que otros oficios que se dedican al cuidado o al servicio de personas, es una práctica emocional ya sea por acción o por omisión.

 

UN VACIO EN LOS PLANES

La educación emocional debería estar inserta en las distintas áreas curriculares, no en cuanto a su enseñanza/aprendizaje como contenido de cada área, sino cómo estilo educativo del docente que debe trasmitir modelos emocionales adecuados en los momentos en los que el profesor y alumno conviven en el aula. Valles y Valles (2003).

Este apartado de la educación se puede considerar como una innovación educativa importante y necesaria para la formación de mejores estudiantes obedeciendo a un esquema integral del niño. Sin embargo, obedeciendo a los planes y modelos económicos imperantes a nivel mundial, los planes educativos están estructurados de acuerdo a objetivos económicos y políticos convenientes de cada país y, se le brinda poca importancia al desarrollo emocional del infante.

En el caso de México; en su currículo vigente y sus programas educativos no se observa claramente este aspecto como un elemento indispensable en la formación y aprendizaje del alumno, el enfoque de la educación se basa en el desarrollo de competencias básicas para aprender a manejar información y para el desarrollo de una convivencia democrática y legal, pero no emocional.

En el plan de estudios vigente para la educación básica, se observa un énfasis en el desarrollo de competencias. En el apartado del mapa curricular, se establecen los campos de formación; lenguaje y comunicación, pensamiento matemático, exploración del medio natural y social, desarrollo personal y para la convivencia, entre otros, pero solo marca el desarrollo de conocimientos y habilidades más no se observa el desarrollo emocional. De igual manera, con respecto a la formación y capacitación del docente, dentro de la Evaluación del desempeño docente, se establecen los parámetros deseables de un docente de educación básica, la evaluación de su desempeño pero no se menciona ni se considera al maestro como un formador emocional o empático o con dimensiones sociales.

En la siguiente tabla, Woolfoolk, A. (1996), propone algunas acciones que el docente puede poner en acción para fomentar el autoconcepto y autoestima en los niños. (Ver PDF)

 

CONCLUSIONES

En los últimos años y observando la relación existente entre el autoconcepto y rendimiento escolar, se ha tomado conciencia de la importancia de la educación emocional en los niños y su inclusión de esta en los planes de estudio. Sin embargo en nuestro país, en sus planes y programas educativos aún no hay un apartado que incluya la formación emocional del alumno y del docente.

Algunas de las innovaciones educativas van en el sentido de dar mayor importancia a formación de la inteligencia emocional de los alumnos y contribuir a la formación positiva del autoconcepto en el niño. El autoconcepto positivo en los niños de primaria, contribuye a ser niños más seguros, competitivos, aprenden a amarse a sí mismos y por lo tanto desarrolla un sentido de amor y respeto al prójimo, reconociéndolo como su igual, estimulando en el sentimientos de solidaridad y tolerancia.

Resulta pertinente y necesario una revisión e inclusión en el currículo del país, de la formación emocional del alumno de educación básica y del docente. De nada vale formar individuos competentes en conocimientos multidisciplinarios, desarrollo de habilidades, expertos en idiomas, pero carentes de valores, responsabilidad social y de respeto para sí mimos y para los demás. Estos sentimientos y percepción de los demás sólo se logra a través del desarrollo de la percepción positiva que el individuo tenga de sí mismo. Y por otra parte, refiriéndonos al docente; la formación y capacitación emocional de este, el correcto manejo de emociones propias, se reflejará, en el aula, en su práctica docente y en su propio bienestar.

 

 

BIBLIOGRAFIA

Craig, G. J. (1997) Desarrollo psicológico. México: Prentice-Hall Hispanoamericana.

Extremera, N. & Fernández-Berrocal, P., (sf), La importancia de desarrollar la inteligencia  emocional en  el       profesorado. Recuperado www.rieoei.org/index.php

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Hargreaves, A., Earl, L., Moore, S. y Manning, S. (2001) Aprender a cambiar. La enseñanza más allá de las materias y los niveles. España: Octaedro.

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Rice, P.F. (1997) Desarrollo humano. México: Prentice-Hall Hispanoamericana.

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Woolfolk, A. E. (1996) Psicología educativa. México: Prentice-Hall Hispanoamericana.